lunes, 27 de octubre de 2025

Los Carteles no Votan

Las elecciones del 26 de octubre dejaron más que números: dejaron gestos, silencios y caras largas. En San Vicente, La Libertad Avanza sacó pecho con 7.703 votos (36,10%) y el Frente Renovador (FR) se fue masticando la bronca. No fue una paliza, pero sí un sacudón. Lo suficiente para recordar que después de más de veinte años en el poder, la Renovación ya no gana por inercia.

Y no, no son las generales. Las legislativas son otra película: menos adrenalina, menos aparato municipal en la calle, menos “miedo a perder el poder”. Pero igual sirven para medir temperatura. En 2021, en plena pandemia, el FR también había quedado segundo, y dos años después recuperó casi todas las intendencias. Así que no hay que confundir un aviso con un final de ciclo. Eso sí: el clima cambió. Y los votos ya no son tan obedientes como antes.

Lo que pasó en San Vicente y en varios municipios es un espejo donde muchos dirigentes deberían mirarse sin maquillaje. Diego Hartfield, hoy electo diputado nacional, fue el gran beneficiado del voto “violeta” que se esparció por el país como una ola libertaria. Pero convengamos: a Hartfield no lo votaron porque lo amen, lo votaron porque la gente quiso acompañar a Milei. La marca tracciona más que la persona. A nivel local eso no alcanza. Hartfield no es (al menos por ahora) un candidato que la gente abrace en la calle.

El Frente Renovador, por su parte, conserva una estructura enorme, pero sufre el desgaste lógico de veinte años de gestión. En San Vicente, el clan Rodríguez todavía manda, pero la elección dejó señales: no todo el poder se traduce en votos. El sistema de lemas puede servir para sostener gobernabilidad, pero no para revivir entusiasmo. En 2027, cuando vuelvan las generales, el FR seguramente desdoble las fechas para volver a jugar en su cancha, incluso para evitar la boleta única. Lo saben y lo preparan.

Y ahí entra en escena el otro personaje de esta novela: Walter Rosner, un hombre que parece querer estar en todas partes al mismo tiempo. Fue de La Libertad Avanza, lo echaron, apareció de tercero en la lista del Frente Renovador y ahora se vende como impulsor de proyectos millonarios, como las famosas tirolesas en el Parque Sur en Dos de Mayo. Rosner soñó con un cierre de campaña épico, publicó que reunió “cuatro mil personas” y en el lugar no entraban ni quinientas, muchas traídas de otras localidades. Resultado final: 2.276 votos en Dos de Mayo, su localidad. No es precisamente una épica, más bien una colección de escenarios caros y un baño de realidad.

Pero bueno, la ilusión también es parte de la política. El problema es cuando se confunde marketing con militancia. Gastar fortunas en gigantografías, sorteos y actos comiciales no garantiza nada. Si eso funcionara, Sergio Massa sería presidente: invirtió casi un PBI en la campaña de 2023 y la gente igual votó otra cosa. Hoy el voto es más impredecible, más libre, más “de mercado”, si se quiere. Si el producto no gusta, no se compra. Así de simple. Los carteles no votan.

Volviendo al tablero provincial: hay nombres que pueden cambiar el juego. Si Oscar Herrera Ahuad decide asumir su banca nacional, habrá corrimientos en la Legislatura misionera y lo reemplazará Hugo Benítez; si decide quedarse, el movimiento se lee como una jugada testimonial (como lo fue su candidatura a diputado nacional siendo diputado provincial). En cualquiera de los dos casos, el Frente Renovador tendrá que reacomodar piezas. Por el lado de LLA, si Hartfield asume su banca nacional, lo reemplazará en la Legislatura provincial Walter Báez. Movimiento interesante: una figura nueva, con la oportunidad de construir presencia real en un espacio donde hoy todo suena a improvisación.

En el fondo, lo que se empieza a notar en Misiones es que la vieja fórmula de “dinero, cartel, sorteo y show de bandas” se está quedando corta. La gente aprendió a votar sin permiso. No hay jefe político que pueda garantizar el voto de nadie. La campaña dejó en claro que el ciudadano misionero ya no responde al mismo libreto: ahora observa, compara y elige sin tanta emoción partidaria. Y eso es bueno. Molesto para algunos, pero saludable para la democracia.

De cara a 2027, lo que se ve es un Frente Renovador que aún tiene músculo, pero necesita discurso (evidentemente el que usó no funcionó); y una oposición que tiene entusiasmo, pero no liderazgo. En el medio, un electorado cansado de que le prometan revoluciones en la cartelera y le entreguen siempre los mismos nombres.

La elección del 26 de octubre fue un aviso: los carteles pueden ser grandes, los actos ruidosos, los sorteos generosos, pero el voto sigue siendo un papel chico que pesa más que cualquier gigantografía. Y ese papel (a diferencia de algunos candidatos) todavía vale.

Daniel Orloff, director periodístico de San Vicente Informa.