El Concejo Deliberante de Dos de Mayo se reunió en comisión para analizar el proyecto de Presupuesto 2026 enviado por el Ejecutivo municipal, que prevé más de $3.700 millones en ingresos y gastos para el próximo año con algunos aumentos en tasas y servicios.
La sesión no fue de trámite: la discusión giró en torno a cómo está redactado el proyecto y qué nivel de precisión ofrece sobre el uso de los fondos públicos. De hecho tuvo mucho protagonismo la Carta Orgánica Municipal ya que esta exige que el presupuesto sea “analítico” y que cada gasto esté detallado con claridad (Art. 327), pero el documento ingresado contiene numerosos apartados con descripciones amplias, títulos genéricos y sin ubicaciones específicas, como “nuevos edificios públicos” u “otros (a definir)”, lo que despertó dudas sobre el nivel de control que podrá ejercer el Concejo en 2026.
Obras millonarias sin ubicación
El plan de inversiones públicas supera los $900 millones, pero en varios capítulos las partidas no informan qué obras se harán, dónde y con qué prioridades. Ese punto fue uno de los que más ruido generó en la mesa, la preocupación no fue oposicionista ni ideológica: fue práctica.
Sin nombre, no hay reclamo. Sin ubicación, no hay seguimiento y sin costo estimado, no hay forma de evaluar si el gasto estuvo justificado. El dilema no es técnico: es político y ciudadano. Un presupuesto con obras “a definir” habilita que cualquier cambio, reasignación o postergación futura pueda justificarse con una frase simple: “así estaba aprobado”.
Lo que dijo la concejal Holland: “Si no sabemos qué son, no podemos acompañar”
La concejal Yanina Holland fue una de las que más insistió en pedir precisiones, no para trabar la gestión sino para evitar zonas grises que después terminen en conflicto. Según el análisis realizado, ella planteó que, más allá del derecho del Ejecutivo a planificar y ejecutar obras, el Concejo necesita información mínima para saber qué está votando.
Pidió que se incorporen datos básicos como nombre o tipo de proyecto, ubicación, monto estimado y, cuando corresponda, posibles destinatarios. Algo básico en cualquier presupuesto.
Su argumento fue simple y contundente:
“Si después en el año hay que analizar una obra o un gasto, necesitamos saber qué estaba autorizado originalmente”. El presupuesto, en su redacción actual, no ofrece ese nivel de detalle en muchas de las partidas de mayor volumen.
¿Control o confianza?
La Carta Orgánica es explícita: el Concejo tiene la función indelegable de control sobre las finanzas municipales (Art. 305), y ese control debe ejercerse antes del gasto, no solo después.
Pero cuando las partidas son genéricas, el control preventivo queda debilitado, porque el seguimiento posterior es casi imposible. Es como intentar auditar un recibo que dice “se compraron cosas”. Por eso el reclamo de la concejal Holland, y de otros concejales, no fue por falta de voluntad política, sino porque la estructura del documento no ayuda a cumplir la ley.
El 20% de movimiento de partidas: legal, necesario, pero débil sin precisión
El proyecto permite que el Ejecutivo y el Presidente del Concejo, cada uno en su área, reestructure partidas hasta un 20%, algo que la Carta Orgánica contempla para todos los órganos del Estado municipal (Art. 343). Nadie cuestionó esa herramienta, que es habitual y razonable. El problema aparece cuando no está claro qué se mueve, desde dónde y hacia dónde.
Si una obra está definida como “pavimento”, mover fondos puede ser debatible pero verificable. Si está definida como “varios”, nadie puede demostrar qué estaba previsto originalmente. Legalidad no siempre es transparencia.
Transferencias a terceros: dinero real sin nombres propios
Otro punto discutido fueron las transferencias a instituciones públicas y privadas, que suman montos relevantes pero no identifican beneficiarios. Nadie cuestiona que el municipio colabore con escuelas, asociaciones civiles o comisiones vecinales, pero hacerlo sin detalle obliga a confiar sin controlar y eso sería ilegal según la Carta Orgánica ya que esta obliga a que la aplicación de recursos públicos pueda ser auditable y trazable (Art. 40, Art. 162), incluso cuando se canalizan a terceros. Si no hay destinatarios, tampoco hay auditoría posible.
La palabra que puede cambiar todo
Hubo un pasaje técnico que podría pasar desapercibido pero resultó ser significativo durante la reunión: la discusión sobre si el Ejecutivo “puede informar” o “debe informar” al Concejo sobre determinadas decisiones. A simple vista parece un menor, sin importancia, pero en una ordenanza (que es básicamente una ley municipal) una palabra o una coma mal puesta puede habilitar o bloquear un reclamo legal sobre lo que se haya aprobado. Si dice “puede”, el Ejecutivo tendrá la opción de hacerlo o no. Si dice “debe”, tendrá la obligación. Pequeñas palabras, grandes consecuencias.
¿Quién controla a quién?
El debate puso sobre la mesa una tensión que no es de ahora, pero que el presupuesto amplifica: ¿el Concejo acompaña o controla?
La Carta Orgánica no deja lugar a interpretación: el control financiero es obligación previa y preventiva (Art. 305) y las ordenanzas son el instrumento principal para ejercerlo (Art. 301). Si el presupuesto aprueba
partidas genéricas, transferencias sin destinatario y obras sin identidad, el Concejo se queda con una sola función: mirar después lo que ya no puede modificar, algo menos que una "escribanía", para ser sinceros.
Lo que viene: artículo por artículo
El presupuesto no se votó esta semana. Los concejales decidieron que el próximo miércoles se tratará artículo por artículo, en una sesión que promete ser larga porque lo que está en juego es si el próximo año el municipio gastará con control, o gastará sin dar cuentas a la ciudadanía (que en definitiva aporta el dinero).
El Presupuesto 2026 no genera debate por cuánto se gastará, sino por cómo está escrito y a quién le deja margen de decisión.
Menos detalle = más libertad sin control para el Ejecutivo.
Más detalle = más control para los vecinos.
Lo primero agiliza sin rendir cuentas. Lo segundo protege.
El equilibrio, por ahora, no está.
Vea un fragmento de la reunión de comisión que duró más de una hora y media:
