viernes, 1 de agosto de 2025

Renunció la Directora del Hospital de Dos de Mayo

Sin anuncio oficial, sin parte del Ministerio de Salud Pública y, tal como lo anticipamos en nuestras redes sociales ese mismo día, con apenas un escueto mensaje por WhatsApp dirigido al personal, la Dra. Nancy Bibiana Weber renunció el pasado miércoles a la dirección del Hospital Nivel I de Dos de Mayo, cargo que ocupaba desde abril de 2024.

Dra. Nancy Weber

“Es algo que me costó realmente, porque venimos trabajando súper bien […] Aprendí muchísimo y traté de guiarlos de la mejor manera”, habría expresado en su despedida, aduciendo “motivos de salud” como causa de la dimisión. Recién este viernes la noticia comenzó a circular de forma más abierta en algunos medios, aunque sin mayor información institucional.

Detrás del tono calmo y emotivo del mensaje, su renuncia reabre un debate incómodo pero necesario: ¿bajo qué criterios se eligen las autoridades que conducen nuestras instituciones de salud?

Un nombramiento con respaldo político

Weber, de apenas 29 años y sin trayectoria reconocida en gestión sanitaria, asumió la dirección del hospital local en abril del año pasado. Su designación generó desde el inicio cierto malestar interno, no tanto por su juventud, sino por su condición de hija del actual intendente de Dos de Mayo, Ricardo Weber. La lectura fue inmediata: más que por idoneidad, la decisión habría respondido a vínculos familiares.

Aunque el cargo de director hospitalario no exige formación médica, sí implica responsabilidades clave en gestión administrativa, toma de decisiones, coordinación de personal y representación institucional. En ese sentido, muchos cuestionaron desde el inicio su capacidad para asumir un rol tan complejo.

Int. Ricardo Weber, su hija Nancy Weber y el Ministro de Salud Gonzáles

Obras, gestos y un interrogante legal

Durante su paso por la dirección se promovieron mejoras edilicias: pintura, limpieza del predio, una huerta comunitaria, equipamiento, cámaras de seguridad, incorporación de profesionales. Todo valorado por la comunidad. Sin embargo, buena parte de esas acciones fueron financiadas por el municipio y donaciones particulares, lo que plantea una duda jurídica de fondo: ¿cuál fue el marco legal que permitió esa inversión de recursos municipales en una estructura provincial? ¿Existieron convenios formales? Hasta hoy no se conocen documentos que lo acrediten.

La percepción generalizada de que “toda mejora es bienvenida” no debería anular la obligación de garantizar transparencia, división de responsabilidades y articulación entre niveles del Estado.

El caso Yoel y el silencio institucional

En el centro de su gestión ocurrió un hecho doloroso y todavía sin respuestas: la muerte de Yoel Suárez, un niño que falleció en el hospital en circunstancias que su familia sigue calificando como dudosas. El padre, Diego Suárez, reclama justicia. Se sabe que la justicia requirió las imágenes de las cámaras de seguridad del hospital y un historial médico con aparentes inconsistencias. No hubo parte oficial, explicación pública ni informe a la comunidad. Un silencio que caló hondo y que evidenció, nuevamente, la fragilidad del sistema institucional.

Presuntos conflictos internos y clima tenso

A estos episodios se sumaron rumores de ausencias prolongadas, tensiones con personal de enfermería y malestar dentro del equipo de salud. Nada de esto fue nunca confirmado ni desmentido oficialmente, pero alimentó una sensación general de desgobierno sostenido más por el respaldo político que por una gestión sólida o un liderazgo respetado.

El conflicto con la prensa y la “Ley Mordaza”

Uno de los episodios más preocupantes ocurrió al poco tiempo de asumir, cuando este medio y otros periodistas informamos sobre un viaje personal de Weber a Portugal, algo que aclaramos podría ser legal pero ante los ojos de la comunidad no era el mejor mensaje de conducción que podía dar. En lugar de ofrecer una respuesta pública, la entonces directora envió cartas documento a quienes difundieron la información que ella misma hizo pública, amparándose en la recientemente sancionada Ley de Ciberdelitos (rebautizada por el ámbito periodístico como “Ley Mordaza”) para insinuar acciones legales.

Esa reacción fue leída por muchos como un intento de amedrentar el ejercicio periodístico y una alarmante incomprensión del rol de la prensa en un sistema democrático. El derecho a preguntar u opinar fue tratado como una amenaza.

Más que una salida discreta, un cierre incómodo

La salida de Weber parece a simple vista silenciosa y sin implicancias políticas. Pero en realidad marca el final de un proceso que nunca terminó de asentarse, ni desde lo institucional ni desde lo simbólico. Inició con un nombramiento discreto, pero escudado en el poder. Y se cierra sin explicaciones, sin balance de gestión y sin autocrítica.

El problema no es solo su perfil, su experiencia o su renuncia. Es el sistema que habilitó su llegada sin filtros, sin exigir credenciales, sin previsiones ni controles. Es el Estado que sigue funcionando por parentescos más que por méritos. Y es también una comunidad que, muchas veces, se conforma con el gesto visible sin preguntarse por el fondo de las cosas.

Ahora la dirección del hospital queda vacante. El desafío no será solo cubrir ese espacio, sino hacerlo con alguien que esté a la altura de la complejidad del rol. Porque la salud pública no admite improvisaciones, ni herencias políticas, ni gestos de marketing. Requiere profesionalismo, responsabilidad y empatía.

Y, sobre todo, compromiso real con la comunidad a la que se debe.