El hasta ahora mayor yacimiento de petroglifos (grabados en
roca) de la provincia estaría en la localidad de Dos de Mayo. El terreno en
cuestión se encuentra a 13 kilómetros del centro de esta localidad y exhibe
innumerables dibujos, signos de distintas características en un amplio espacio que
supera una hectárea de extensión.
El arqueólogo Daniel Loponte, investigador del Conicet y técnico del Instituto
Nacional de Antropología y del Pensamiento Latinoamericano, señaló: “Hay otro
lugar denominado Campo Yabebirí, en cercanías del arroyo homónimo de San
Ignacio, pero de menor dimensión, relevado hacia fines de 2013, y el trabajo
realizado allí se encuentra en prensa y pronto saldrá a la luz”. “Se lo conoció
en los años 80” añadió, “había referencias, Carlos Bravini incluso había
publicado un pequeño trabajo sobre ese sitio, lo relocalizamos nosotros y ahora
encontramos este segundo lugar. Ambos son los únicos en Misiones”.
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Docente e Historiadora de Dos de Mayo María Elena Scher |
Junto con Loponte trabaja Miriam Romera, graduada en Historia, especialista en
Arqueología, máster en Historia orientada a la Arqueología y doctora en
Arqueología. Trabaja en el Museo del Centro de Estudios Históricos del Oeste
(Ceom), en Chapecó, Brasil, y además integra ese centro.
A primera vista, según Loponte, en el potrero de vacunos “vemos innumerables
grabados en roca de basalto de la Sierra Central de Misiones, fueron hechos en
dos técnicas distintas: golpeando para hacer líneas geométricas en la piedra y
la otra haciendo percusión con devastado. Eso hicieron con los laterales de las
líneas hasta formar sobrerrelieves, un trabajo muy complicado que insume
tiempo, petroglifos probablemente tallados por generaciones de seres, por el
tamaño que ocupa el lugar de trabajo. No podemos hablar de antigüedad, no lo
podemos fechar aún, pero básicamente deben ser prehispánicos, anteriores a la
llegada de los jesuitas a Misiones”.
El terreno denominado lages o lajas por los lugareños, es un piso de basalto en
pendientes hacia un arroyuelo de límpidas aguas que atraviesa. Por donde se
observe aparecen dibujos y trazos de formas diversas, geométricas (redondos,
círculos, triángulos, otros imprecisos). Y fue recorrido en esta primera
instancia con el acompañamiento de la profesora de Historia María Elena Scher,
autora del libro ‘Primeros’, recientemente presentado en el 75º aniversario de
la localidad.
Romera reveló: “En Brasil nuestra tarea de investigación se asemeja mucho a
esta zona, por un lado encontramos sitios de ocupaciones antiguas y otras del
último milenio, ya eran ceramistas, más específicamente en la región Oeste de
Santa Catarina, pero ahí no se encuentran aún grabados como estos de Dos de
Mayo”.
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Arqueólogos Mirian Carbonera - Daniel Loponte |
El yacimiento de petroglifos abarca casi una hectárea. El
año pasado trabajaron en la zona (a unos diez kilómetros del centro del pueblo)
dos arqueólogos de Brasil y Argentina.
Existe otro lugar, en cercanías del Yabebiry (San Ignacio), aunque de menor
área, relevado en 2013. Son por ahora los únicos dos yacimientos de
petroglifos. “A simple vista en el potrero de las vacas, contaban, pueden verse innumerables
grabados en roca de basalto de la Sierra Central, que fueron hechos ya
golpeando para hacer líneas geométricas en la piedra, ya haciendo percusión con
devastado”.
Por lo complejo de la tarea se supone que fueron tallados por distintas
generaciones de manos aunque no se conoce su antigüedad. ¿Prehispánicos,
anteriores a la llegada de los jesuitas? “El terreno, plagado de dibujos y
trazos, es un piso de basalto, en pendientes hacia un arroyuelo de límpidas
aguas...” Tendremos que ir a ver eso, querido Tito.
Trabajaron en un espacio de 20 de largo por dos de ancho en un potrero
propiedad de la familia Franke en el paraje Cascuda, a 13 kilómetros del centro
urbano hacia el NE, sector de chacras de la localidad de Dos de Mayo. En un pintoresco valle atravesado por la mansa corriente del citado arroyo se
encuentran dispersos sobre el piso rocoso miles de grabados distintos en
tamaños y formas. NEA profundiza en un acontecimiento que ya había adelantado El Territorio en su
publicación del martes 15 de septiembre de este año.
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Pertoglifo de Dos de Mayo |
“Sólo conocemos los de Campo Yabebirí en San Ignacio, pero aquí ocupa mayor
espacio y no podemos suponer la dimensión final”, admitió el arqueólogo Daniel
Loponte, quien realizó tareas similares en otros puntos de la provincia con su
par brasileña Mirian Carbonera. Ayudados por voluntarios llegados de San Vicente y de Dos de Mayo la actual candidata a Convencional Constituyente y Profesora de Historia María Elena Scher, publicó un libro sobre los fundadores de Dos de Mayo. Limpiaron y registraron
tres puntos representativos de un campo ganadero cuyos dueños cubrieron los
grabados con aserrín de madera pretendiendo que el césped avanzara para
consolidar la pastura.
Loponte explicó el plan de intervención: “Lo primero que hicimos fue un
relevamiento fotográfico y de diseños, documentando así cuánto aparece en la
superficie grabada”. Y continuó: “Se llama transecto al espacio delimitado para
hacer un relevamiento sistemático. Cuadriculamos toda la extensión con
grabados, se fotografía cada cuadro y recién en el laboratorio, cargando las
fotos en computadora y después que un dibujante arma ese mosaico, se puede
comenzar a entender la evolución y diseños”.
“No aparece la misma roca en todas partes. Hay basalto, areniscas, de la
formación Potucantú término indígena que uso un geólogo brasilero para
identificar esa variedad. Los basaltos son de la formación Serras Geral nombre
también dado por un biólogo brasilero”, señaló Loponte.
Recorriendo el campo se pueden determinar diferentes profundidades en el
basalto. “Hay que determinar si hay más de una generación de petroglifos,
aunque al principio parece que fueran todos de un mismo estilo, si fueron
sincrónicos en el tiempo, o si pertenecen a diferentes periodos”, agregó. “Si
consideramos todo el campo que es también sitio arqueológico, seguramente
intervinieron acá varias generaciones porque semejante cantidad no pudo hacerse
en el período de vida de una sola persona”. Se tomaron pequeñas muestras de roca donde no hay grabados para llevar al
laboratorio para hacerle un corte petrográfico, analizar bajo microscopio para
determinar exactamente la variedad de roca que soporta estos grabados.
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Vasijas en Pueblo Illia, Dos de Mayo |
CONSERVAR
El técnico del Instituto Nacional de Antropología y del Pensamiento
Latinoamericano recomendó “hacer un protocolo de manejo y conservación del
sitio, para protegerlo. Coordinar el municipio con el propietario del campo las
mejores medidas tendientes a su preservación. Loponte y Romera suponen que el
trabajo arqueológico “llevará varias temporadas de trabajo, tendremos que
volver. Es idea integrar un circuito de trabajo en la provincia para que en un
mes hagan trabajos diferentes para mayor efectividad del trabajo y tener una
visión más general de cada lado; hay que conciliar la utilidad pública con la
privada, el espíritu de las leyes vigentes protege el patrimonio arqueológico.
No descartar un eventual uso turístico del lugar”.
Ambos comparten las mismas tareas; de él su única experiencia parecida fue en
Campos del Yabebirí en San Ignacio en 2014 y ésta es la primera experiencia de
ambos sobre grabado rupestre, y sostienen que éste es un caso inédito en
Misiones. Igual caso para Romera, nunca trabajó en un campo de grabados.
Daniel Loponte está contratado por el Conicet para ejecutar tareas de
investigación y rescate según proyectos aprobados por aquél ente, lo hace con
su par brasileña Mirian Romera (de Chapecó, técnica de la Universidad Comunitaria
del Oeste de Santa Catarina) en diferentes sectores de la cuenca de los ríos
Uruguay y Paraná, bajo un Convenio de los ministerios de Cultura de Argentina y
Brasil. La contraparte brasileña financió una interesante Cartilla en castellano La Arqueología
y el Patrimonio Arqueológico en la Provincia de Misiones elaborada por ambos y
que entregan en las escuelas a la par de brindar charlas sobre sus temas.
Los objetos arqueológicos son del Estado pero el
terreno sigue siendo del propietario, lo que se hace es consensuar la mejor
manera de preservar el lugar y que el público usufructúe. Vimos voluntad, será
un trabajo enorme destaparlo todo, puede llevar varios años si queremos
destapar hasta donde se entiende la parte de los petroglifos. Hay que
considerar que una vez afuera están expuestos al viento, el valor, la lluvia,
los animales que pasan, todo daña. Destapar conlleva una responsabilidad. En
muchos lugares del mundo los sitios arqueológicos se descubren pero en
fracciones representativas, el resto queda tapado como está, para conservarlo.
Hay muchos lugares parecidos, la Cueva de las Manos en Santa Cruz es una gruta
que conserva manos pintadas con más de 9000 años, en un campo privado pero
abierto al turismo. Si se hacen las fuentes termales en Dos de Mayo, extender
un circuito a Cascuda puede ser un valor agregado interesante.
Don Duarte es un vecino del
establecimiento educacional, vio pasar por allí a todos sus hijos, conversador y
servicial es depositario de la historia lugareña y del imaginario popular.
Detrás de su casa, al fondo de la chacra, se alzan altas cuchillas que
contienen una enorme cueva de piedra, "La Cueva Escondida" la llaman los chicos.
“Fue guarida de yaguaretés y se refugiaban en los alrededores unas 30 familias
de indios cuando mis padres mudaron acá, hace 64 años. Abundaban los tigres y
la gente supone que esos dibujos en las piedras dejaron los jesuitas como señal
de tesoros escondidos. Antes también había aparecidos allá cerca del salto, uno
de mis hijos vio a un hombre sin cabeza en medio del arroyo”, contó. No todo es
fantasía en sus relatos. “De esos dibujos hay desparramados por otros lugares
más cerca de la escuela, en al menos cuatro ha se encuentran esas marcas”. La
familia Duarte se había embarcado unos 12 años atrás en un proyecto de
Agroturismo estimulado por una organización italiana y la Unefam. “Nos anotamos
para servir cabalgatas a los visitantes pero todo quedó en la nada”. El valle
tiene su encanto, tal vez ahora con los petroglifos recupere vida recibiendo a
forasteros y curiosos.
ESCUELA PREMIADA
Buena parte de la vida comunitaria de Cascuda pasa por
la Escuela Nº 693. No hay sala de primeros auxilios, destacamento policial,
sólo la escuela. Y los vecinos espaciados entre pequeñas chacras. El meticuloso
trabajo de docentes y alumnos de grados superiores relevando el patrimonio
natural del valle les permitió ganar premios en la provincia la Muestra
Plástica Multimedial y conocer Mar del Plata. Eso sí, la lejanía del pueblo los
hace más solidarios. Los padres de la Cooperadora construyeron un amplio
edificio de mampostería para cocina comedor y el club de madres vendiendo
ensaladas compró manteles y tazas para la merienda de los alumnos. El director
Hugo Dutres junto a dos colegas más están orgullosos de sus alumnos y de los
vecinos.
La localidad de Dos de Mayo esconde muchos secretos y
algunos muy antiguos como los petroglifos, grabados en piedra de la era
prehispánica que corresponden a una cultura incluso anterior a los guaraníes,
estos son conocidos como Cáingangs quienes habitaron en la localidad de San
Pedro hasta principios del 1900, actualmente hay 32 pueblos, la mayoría al sur
de Brasil. Estos geoglifos fueron parcialmente descubiertos en los años 80 pero
no fue hasta el 2015 que tomó verdadera trascendencia lo que motivó la llegada
del arqueólogo Daniel Loponte (investigador del Conicet y técnico del Instituto
Nacional de Antropología y del Pensamiento Latinoamericano) y de la arqueóloga
Mirian Carbonera de la Universidad de Cascavel. Este particular arte rupestre
se encuentra en Paraje Cascuda en una chacra privada perteneciente a la familia
Franke a unos 14 kilómetros de la zona urbana. Según los expertos este hallazgo
sería el más grande de la provincia de Misiones, y aunque es aventurado decirlo
por la cantidad de investigaciones y excavaciones que hay en la región, ésta
podría ser la más grande de sudamérica. En total solo se destapó un pequeño
porcentaje por lo que llevaría años comprender toda la extensión de las obras.