Árboles en el desierto de Aravá. (Foto: TAU) |
Ahora, unos investigadores de la Universidad de Tel Aviv están haciendo una llamativa y prometedora aportación a esa causa, plantando con éxito bosques de arbustos en el lugar menos pensado: el interior del Desierto de Aravá en Israel.
Valiéndose sólo de elementos de ese entorno, como por ejemplo especies de plantas locales, aguas residuales recicladas que no son aptas para la agricultura, y tierras áridas que no sirven para sustentar cultivos agrícolas, un grupo de investigadores que incluye a Amram Eshel y Aviah Zilberstein del Departamento de Biología Molecular y Ecología Vegetal, y del nuevo Centro de Energías Renovables, ambos de la citada universidad, ha descubierto una combinación ganadora.
En muchas partes del mundo, incluyendo a zonas de la India, Asia central y el desierto del Sahara, estas plantaciones ensayadas por el equipo de Eshel y Zilberstein no sólo serían viables en terrenos difíciles, sino valiosas en términos de reducción del carbono atmosférico. Estas plantaciones, en tierras consideradas previamente como áridas, pueden absorber dióxido de carbono de la atmósfera y liberar oxígeno.
Aunque preservar los bosques naturales actuales es algo imprescindible, Eshel argumenta que no es suficiente para compensar las emisiones humanas de carbono. Tratando de crear bosques que reduzcan el dióxido de carbono en la atmósfera, muchos países han convertido tierras agrícolas fértiles en ellos. Sin embargo, los investigadores de la citada universidad consideran que fomentar el crecimiento de vegetales en terrenos tradicionalmente considerados como áridos, como los del desierto, es un paso en una dirección mejor.
Fuente: Noticiasdelaciencia.com