domingo, 11 de septiembre de 2011

El Sarmiento Inmortal

Cambian los gobiernos, cambian los ministros, las políticas educativas, nos invaden las nuevas tecnologías, se cae el Muro de Berlín y las Torres Gemelas, pero lo que no va a cambiar es la vocación de los docentes. A pesar de todos los avatares de la historia argentina, ahí están y estarán.

Lo que ocurre es que la vocación también está dentro de ellos, el amor al saber, las ganas de siempre de aprender más y transmitir, las fantasías de omnipotencia y las de querer que esos chicos y chicas aprendan más de lo que se les puede transmitir. 

Pero hay otra realidad, el estado de los edificios escolares es deplorable, no hay libros, ni mapas y en muchos casos, ni escuela. ¿Por qué no se pueden terminar las remodelaciones o ampliaciones? ¿Es un deseo para pedir al genio de la lámpara, de tan descabellado? 

Pero claro, no se puede pedir tanto, porque si hay edificio nuevo, no hay bancos ni sillas suficientes para todos los alumnos ni tampoco (¡oh, desmedida pretensión!) un escritorio para el docente. Para que se siente, escriba en el temario, y haga todas las cosas que suelen hacer los docentes en un escritorio.

Cuando los docentes (esa gente que, según una arraigada fantasía popular “tiene tres meses de vacaciones”)  tiene el atrevimiento de hacer PARO, no solamente están reclamando por su salario, se reclaman también por un aumento del presupuesto educativo, para que los chicos estén decentemente en un edificio escolar, para que haya un mapa actualizado y puedan aprender cómo es el mundo en donde viven, en un aula con luz y calefacción. Esa misma gente ni siquiera se entera de la enorme cantidad de “reprobados” que intentan entrar a las universidades. Hoy por hoy los chicos que egresan del secundario no son capaces de entender ni mucho menos de producir un texto coherente. Es un grave déficit, pero obviamente esto no tiene el eco que merece. Son analfabetos funcionales, prácticamente. 

Sin embargo aún en los peores momentos, cuando les gana el desaliento, cuando ni siquiera hay tizas, la imagen de Sarmiento sigue ahí, iluminándoles el camino, como una luz en la noche más oscura. Padre del aula y hoy más que nunca el maestro inmortal

Por eso hoy en su día, felicidades... y muchas gracias.


Fracmento re editado del artículo original: Ser docente (público/a) en la Argentina de hoy publicado en: blogsdelagente.com el 7 de Marzo del 2008.