NOTA DE OPINIÓN. No es un misterio que
en la juventud de San Vicente existe
lo que podríamos llamar “la cultura del sexo”, incluso para muchos es normal
debutar a los 11 o 12 años, ya sea con jóvenes de su misma edad o mayores.
El
problema radica en la información que tengan para practicarlo de manera sana y segura. El principal inconveniente para algunos son los padres quienes no se animan a hablar sobre el tema porque
creen que al hacerlo les estarían “autorizando” a practicarlo libremente. ¿Saben
qué?, lo van a hacer igual solo que es mejor que lo hagan sabiendo los riesgos
que poniendo sus vidas en peligro por unos minutos de placer.
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Estas imágenes fueron eliminadas del Facebook del Boliche Sanvicentino. Algunas de estas jóvenes etiquetadas son menores, basta con ver su perfil. |
Algo que sorprende son las repercusiones dentro de la
comunidad sanvicentina sobre este tema:
-“No sé de qué se sorprenden si las pendejas de hoy en día están
más que regaladas” (mujer de 32 años, casada, 2 hijos menores).
-“No sabés cómo se ponen cuando están juntas, quedan locas, te
agarran del brazo, te llevan y te hacen de todo”. (joven de 24, soltero).
-“Yo veo que algunas veces, no siempre, las parejas que
entran al Boliche tienen sexo dentro y fuera del establecimiento. Uno mira para
el otro lado, no sé si son menores o no pero de que pasa, pasa” (policía).
-“Si te dicen que no es porque te están “histeriquiando” así
que uno igual insiste un poco hasta que aflojan” (joven de 17, estudiante).
-“Yo no me expondría así pero tengo unas amigas que son unas
locas bárbaras. Una vez hace mucho en un quince, una amiga calentó mal a un vago
de Alem y lo dejó con el pantalón abajo detrás del salón mientras se iba
matándose de risa. No le dejó hacer nada apropósito. El vago casi le pega
después a ella así que todos la defendimos y lo cagamos a golpes a él y a sus
amigos. En ese momento no sabía que había pasado pero hoy nos reímos mucho de
eso. Muchas no tiene problemas para nada así que no me sorprende este caso, es
normal y no solo en ese boliche, en otros eventos de San Vicente ya pasó algo
así y no hace mucho” (mujer de 19 años, estudiante universitaria).
-"Los chicos ya no lo hacen por amor, lo hacen solo por diversión" (mujer de 42, madre de un adolescente).
Las historias se multiplican y en todos ellos existe el
mismo tono jocoso o despreocupado sobre el tema, incluso son las propias
mujeres las que condenan (por así decirlo) el libertinaje que existe entre las
jóvenes para avanzar sobre los hombres.
Si hacemos un poco de historia
San Vicente se fundó a base
de prostíbulos y empresas madereras. Lamentablemente siempre existieron “bares” con menores
provenientes del Brasil o del Paraguay que se ofrecían a los trabajadores de la
zona, incluso
hace unos pocos meses atrás saltó nuevamente la polémica en medios nacionales por esto. La diferencia de aquella época con la de hoy es que antes se mantenía la capacidad de
asombro por la exposición o explotación de menores, hoy es como que se “naturalizó” esto en nuestra sociedad y es casi normal
que algo así ocurra cuando en realidad el sexo es algo más complejo que un simple
coito, se requiere cierta madurez para disfrutarlo y
practicarlo plenamente.
¿Cómo diferenciar un momento de placer de un acto forzado o
de un abuso?
Si en tu escuela o entorno social se “naturaliza” la
práctica del sexo casual lo lógico sería seguirle el ritmo para “encajar”
y no ser marginado. Hoy por hoy para los adolescentes no tener sexo es el
equivalente a “estar fuera de la diversión”, situación similar ocurre con el consumo
del alcohol y en menor medida con las droga. ¿Cómo un joven puede decidir cuáles
son sus tiempos sexuales si el grado de ética social está corrompido? La
respuesta es simple: no puede. Le guste o no debe aceptarlo y hacerlo, aún con
su desequilibrio emocional propio de la edad, aún sin conocimiento en la
prevención de embarazos o enfermedades venéreas, aún si se siente mal al
hacerlo lo hace, y con el tiempo lo va naturalizando. Eso sí, en el caso de las mujeres no pueden "exagerar"
porque eso también las marginaría así que hay que crear una especie de
equilibrio si no se quiere quedar nuevamente excluida o ser objeto de burlas, esto es
terrible porque lo que debería ser un acto privado se convierte en un tema
social.
No hace falta decir que tales
conductas dejan sus secuelas, tanto físicas como psicológicas y al poco tiempo se
hacen más evidentemente hasta llegar a vida adulta. Para esto basta con mirar ciertos perfiles en
Facebook, allí se nota un alto contenido sexual sugestivos y explícitos, claramente avalados o desconocidos por el entorno familiar, principalmente por sus padres.
¿Quién tiene la culpa en este caso?
En San Vicente se plantearon muchos responsables: la
policía, los dueños del boliche, los padres, el intendente. La verdad es que la
responsabilidad es compartida, no solo entre ellos sino entre la sociedad toda,
una sociedad que por acción u omisión permite que esto sea solo una anécdota o
un simple escándalo en vez de un verdadero llamado de atención para comenzar a
trabajar con quienes hoy están solos y desprotegidos.
Los padres deben entender que la formación es desde que
nacen hasta que son adultos, no sirve de nada darse cuenta que tienen un hijo
cuando éste cumpe 14 años y está en su etapa más rebelde, propia de la adolescencia. No busquen ser amigos
de sus hijos, sean padres, comprométanse, pongan límites.
La policía debe hacer cumplir la ley, un menor no puede estar
en un ambiente de adultos. Es verdad que no son padres de todos ellos pero deben
protegerlos, incluso de ellos mismos.
Los dueños de estos establecimientos siempre buscan el papel
de víctimas, son empresarios y su finalidad es generar ganancias, no les
interesa luchar contra la corriente y hace la vista gorda, la verdad es que son
delincuentes que deben aceptar sus errores y pagar por ellos.
El gobierno debe garantizar la educación sexual y garantizar
la salud integral de su comunidad. Un intendente
tiene los recursos y el poder para poner límites a estas situaciones. En estos
casos también es fundamental y necesario trabajar con el poder legislativo para crear las
normas y los códigos que sean necesarios.
Por último la justicia. Son los jueces los que deben
investigar, ver el grado de culpas de cada uno y castigar las conductas que están
fuera de la ley. Recuerden que lo que no es prioridad para el Estado no lo es
para la gente y entre más eviten estos temas más se arraigarán en nuestra
sociedad dejando herida de muerte a las sanas costumbres y a las familias,
pilares fundamentales de nuestra sociedad.