Algo que me cuesta entender es cómo la sociedad se
divide por el simple hecho de que haya
quienes reclamen para estar mejor. En esta
semana escuché de todo, desde los que defienden los reclamos de los docentes hasta
los que les da igual o directamente están en contra. Un párrafo aparte es
justamente este último grupo, que dentro de su conformismo deciden atacar a
cada sector que se manifiesta por una recomposición salarial, y lo hacen quizás
porque no tienen el valor de enfrentarse su propia realidad o se ven atrapados
en un compromiso político corrupto que los "acomodó" en algún rincón
endeble. Las frases son muchas: "todos los docentes tienen auto",
"los maestros tienen tres meses de vacaciones y para colmo viajan a todos
lados con el sueldo que ganan ¿para qué piden más?", "que vayan a
laburar, para qué joden a la gente", "los chicos qué culpa
tienen" entre otras. Tampoco los culpo porque hasta la propia presidenta
de la Nación manifestó en Cadena Nacional algunas de estas apreciaciones y
ellos, actúan casi por reflejo, pero también por "conformismo". Otros
simplemente no pueden entender que los docentes ganan mal, y ellos pésimo, así
que se dedican a opinar por lo bajo como si del enemigo se tratara.
|
Docentes marchando en Posadas |
Solo quien es docente o comparte la vida con uno ellos sabe
de su sacrificio y dedicación. Es verdad que tienen una importante
responsabilidad al formar a nuestros jóvenes pero también, son los testigos
silenciosos de nuestro futuro como sociedad. Tienen que ver como en algunos
casos su director fue designado por voluntad política y más aún cuando ni
título docente posee. Además, tienen que soportar aulas pequeñas que van desde
los 35 hasta los 45 alumnos; de los cuales a más de la mitad no le importa
aprobar, y algunas veces les dicen sin vueltas: "nosotros estamos acá para
que nuestros padres cobren sus planes". Un docente enseña, pero en la casa
se educa, parece que esos conceptos también se tienen de lado ya que, para el Estado,
la familia es el pilar fundamental de la sociedad y en estos años cuesta cada
vez más ver una familia constituida como tal, algo que quizás merezca un
análisis más profundo en otra oportunidad. Hoy por hoy, un docente del secundario
puede llegar a tener hasta 200 alumnos (sino más) en el caso que tenga sus horas
completas, cada vez que llega la hora de los exámenes tiene que sacrificar
fines de semana enteros para corregir a cada uno y con tristeza ver las notas
cada vez más bajas y...que ni se le ocurra reprobarlos a todos, porque lo más
probable es que termine con una "recomendación" de la dirección para
que "revea" esa situación, "no sea cosa que los índices de
repitencia se disparen en la provincia". Ante ese panorama de aulas
saturadas, alumnos sin educación familiar y presión política/sindical, ¿qué les
queda a nuestros docentes? pues aprobar y decir "si señor" a todo con
tal de llegar al final del día sin dejar "locos" a todos en la
familia.
Ahora imaginemos el destino de los jóvenes que logran entrar
a una universidad, facultad o terciario porque es como un muro que les golpea
en la cara. La realidad se hace evidente, no saben ni la mitad de lo que
deberían. En algunas instituciones privadas por ejemplo, los docentes tampoco
pueden reprobarlos a todos porque se quedarían sin alumnos y son ellos quienes
aportan la cuota. Así que, se repite la historia. Según lo que elijan
estudiar, serán profesionales que más tarde serán colegas de aquellos que
fueron sus profesores, y así, la visión de mediocridad se termina haciendo
realidad: personas que a pesar de haber alcanzado un título no estarán a la
altura de las circunstancias y acarrearán a las aulas menos calidad de
enseñanza; y todo esto, solo porque alguna vez un gobierno "no quiso que los
índices de repitencia afectaran su gestión".
Creo que estos fueron secretos a voces que permanecieron muchos
años lejos de los padres, de los alumnos o de la sociedad en general, historias
que nadie se atrevió a contar salvo entre amigos, colegas o en alguna que otra
red social, allí donde muchos se sienten medianamente seguros. Ahora, lo que más
me preocupa, no es únicamente que los policías repriman a los docentes, esos
que aprendieron con ellos a leer y escribir y que los acompañaron cuando reclamaban
también por sueldos dignos, o que ciertos dirigentes sindicales traten por
medio de la intimidación y de la fuerza obligarlos a aceptar que los resultados
de "su negociación" son insuperables, o que la Diputada Provincial
Noelia Leyría del Frente Renovador quiera modificar el Artículo 40 de la
Constitución Provincial mediante Referéndum para asegurar que los docentes
sigan en clases si o si, no, no me preocupan únicamente estas cosas, me
preocupa el hecho de que en unos meses ya nadie quiera hablar de lo vivido, que
quieran debatir en profundidad algo que va más allá del reclamo, me preocupa
que solo quede en un anuario de fin de año que algún medio publique, que digan:
"acá no pasó nada porque como ustedes bien saben, no existió, ni existirá
un gobierno que haya hecho más por la educación como éste", o al menos eso
es lo que por las buenas o por las malas nos
quieren hacer creer así que docentes, una vez que termine el conflicto, a
laburar porque sin importar lo que digan solo ustedes saben cuánto vale su
trabajo, porque solo ustedes saben lo importante que es ser libres, a luchar por no dejarse intimidar y por sobre todas las cosas a laburar para cambiar esta historia, que con su ejemplo de lucha seguro nuestros jóvenes se van a formar.
Daniel Orloff, Locutor/Periodista de Multimedios Libertad
Fotos: Facebook MPL