Hay un solo camino para llegar a Picada Indumar. Un sendero
rojizo, de tierra y piedra, que a sus costados enseña el paisaje típico de las
colonias misioneras de la llamada Zona Centro: el monte interrumpido, los
pinos, las plantaciones de yerba y té, algún aserradero, las chacras de los
pequeños productores. Al dejar atrás la ruta, toda estampa de urbanidad se
disuelve. Acá, en este camino, todavía los bueyes cansados empujan carros, y
los lomos de los caballos no le hacen asco a nada. Acá se ven hombres y mujeres
de sombreros y alpargatas. El aire, acá en la picada, huele a una mezcla de
resina y pan casero.Llegó a destino, y pudo mantener la entrevista con la doctora Serra de Gross. Promediando la siesta, le envió un mensaje a su novia Angélica, avisándole que regresaría antes del anochecer. Pero no volvió. Desde ese día, este camino no volvió a saber de sus pies. Algunos medios, y alguna autoridad policial, osaron decir que "a Mario se lo tragó la tierra". Bien sabe, esta picada silenciosa, que la tierra, no se traga a nadie.




